El 13 de enero de 1903, Secundino
Delgado recibía la noticia de su puesta en libertad, según relata en su obra
bibliográfica “Vacaguaré”, por la
tarde le anunciaron que tenía visita, esta visita era el secretario de la
causa, que le entregó para que firmara una nota anunciándole su inmediata
libertad.
Secundino
también narra cómo fue la despedida a los compañeros de presidio, especialmente
emotiva con dos de ellos con los que Secundino hizo especial amistad, los
llamados “Caparrota” y “Caballero”. Caballero en ese momento le regaló
los zapatos que llevaba puestos para que Secundino no saliera de la cárcel en
alpargatas a las frías y nevadas calles de Madrid en el mes de Enero.
La puesta definitiva en libertad se produce a las 23.00 horas de
ese mismo 13 de enero, podemos imaginarnos la situación, sin ropa adecuada, con
zapatos estrechos apretándole las llagas de los pies y en la más absoluta
soledad. El momento en el que el guarda lo acompaña hasta la puerta, Secundino
lo describe de la siguiente manera:
“Tuve
miedo; creí que pudiera decirme: -¡Eh! Tu libertad fue una equivocación: entra
a tu puesto.- Eché a correr, por este pensamiento obsesionante, sin rumbo fijo,
una, dos, tres no sé cuantas calles.”
Evidentemente esa noche tuvo que dormir en la
calle.
Varios medios de las
islas se hacen eco de la noticia y critican duramente la actitud del gobierno
ya que desde el primer momento la injusticia del encarcelamiento fue observada
por todos los ámbitos de la población isleña. Los periódicos del Estado Español
también trataron el tema y muy difundido fue el artículo denominado “Proceso
misterioso, once meses en la cárcel”, publicado en los periódicos “El Globo”, “Cronista
de Tenerife” y “La Opinión”, en este artículo se preguntaba el redactor, por
las extrañas circunstancias que habían producido tan inexplicable acción,
también incluye una breve entrevista a Secundino, en la cual manifiesta que
desconocía las razones de su arresto al igual que desconocía las razones de su
puesta en libertad.
Otra importante referencia obtenida de “Vacaguaré”, es la parte donde narra sus
encuentros con Nicolás Estévanez, especialmente emotivo se presenta la
descripción que hace de Estévanez, la vez que lo va a visitar.
"Lo
vi y lo amé. Es un anciano corpulento, nervudo, de mirad franca; revela una
voluntad poderosa, como poderosa es su naturaleza física, tiene grandes bigotes
blancos y retorcidos, una perilla exuberante y también muy blanca. De ademanes
desenvueltos, como las de un gran jefe; noble a veces y fiero a ratos. Viste de
negro y cubre su traje un abrigo oscuro.
Me
espera en el interior de la reja. Sus palabras penetran dulce y amorosamente en
mi corazón sediento de cariño. Es canario: el más grande de la época; el único.
Mi tierra hoy sólo produce entecos, esclavos y eunucos al nacer. El que me
habla no es de estos, tiene la arrogancia de los grandes de antaño. Y si no
lleva la sangre de aquellos, se ve que mamó en el mismo ambiente.
Antes que me diga su nombre lo adivino; es Nicolás Estévanez..."
Tras esta visita Estévanez utiliza todas
sus influencias y sobretodo su genio, en este punto debemos valorar la pena que
supone que las memorias publicadas por Estévanez sólo relacionen hechos hasta
1878, evidentemente sí hubieran incluido el periodo hasta principio del siglo
XX, hubiéramos tenido una visión de las reuniones que tuvieron lugar esos días
de enero de 1903.
Para finalizar con esta reflexión sobre la
devolución de la libertad a Secundino, debemos tener en cuenta que en diciembre
de 1905 fue publicada la noticia que el gobierno español había indemnizado a
Secundino con la cantidad de 12.500 pesetas, por el error cometido a la hora de
su detención y el posterior período de prisión.
Este documento es una mezcla de 2, publicados en enero de 2010 y 2011, mezclados en enero de 2015.