El 23 de diciembre de 1878, en el nº 2 de la "Revista de Canarias" se publicaba por primera vez el poema "Canarias" de Nicolás Estévanez, a continuación reproducimos algunos fragmentos:
CANARIAS
Un barranco profundo y
pedregoso,
una senda torcida entre
zarzales,
un valle pintoresco y
silencioso,
de una playa los secos
arenales;
Un cabrero en la cumbre que
silbaba,
una bella pastora que
corría,
una rústica flauta que
llenaba
los riscos y las grutas de
armonía;
En el aire reflejos y cambiantes,
en el cielo colores
trasparentes,
en la noche luceros
rutilantes,
crepúsculos brillantes y
esplendentes;
Un gallardo mancebo e la
montaña
que las cabras monteses
perseguía,
en la cima del monte una
cabaña
y un torrente que al valle
descendía;
Tales fueron los goces
fugitivos
de cien generaciones
ignoradas;
estos fueron los cuadros
primitivos
de las risueñas islas
Fortunadas.
…..
III
…..
Dominaron y vencieron
con perfidias y matanzas,
valiéndose de la astucia
y de sus mejores armas;
Pero les costó más tiempo
que á César rendir las
Gallas,
que á Anníbal vencer á Roma
y á Alejandro toda el Asia.
En la epopeya de un siglo
de la defensa canaria,
cien veces los invasores
perdieron las esperanzas;
Y mientras hubo un isleño,
hubo resistencia brava,
pues todos dieron la vida
por la independencia
patria.
….
Castillos hay desde
entonces
en las poéticas playas,
y no resuena en los riscos
de los pastores la flauta.
Desde entonces por las
cumbres
no vá el montañés de caza,
ni la indígena matrona
mora libre en su cabaña.
Todos son esclavos viles
en aquella tierra ingrata,
del hacendado los unos,
los otros de la ignorancia.
Nadie esgrime por la gloria
las libertadoras armas,
que las razas ennoblecen
y el espíritu levantan.
¡Malhaya el mercantilismo
, que envilece y que
degrada;
maldito el normando sea,
y maldita sea su raza!
¡Malhaya el mercantilismo
, que envilece y que
degrada;
maldito el normando sea,
y maldita sea su raza!
IV
Cantan los vates isleños
las glorias de la
conquista,
y olvidan los gratos
nombres
de sus héroes y heroínas.
Aquellos aventureros
que ensangrentaron las
islas
y legaron á la historia
más que proezas rapiñas,
con su Fernandez de Lugo,
y su brioso Buendía,
no merecen los aplausos
ni la admiración sentida,
que mi corazón tributa
lleno de melancolía
á Bencomo y á Tinguaro,
y á la hermosa Guayarmina.
De los fuertes invasores
celebremos la energía,
y su valor y constancia
en tan penosa conquista;
pero paguemos tributo
de admiración y justicia
á los que honraron la
patria
dando por ella la vida.
….
VII
La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y
una choza.
Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca,
inolvidable sombra.
Á veces por el mundo
con mi dolor á solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas
auroras.
Á veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y
las rocas.
Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y
las olas.
Á mi no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de
la Historia.
Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las
mezquinas obras.
Á mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y
remotas.
La sangre de mis venas,
á mí no se me importa
que venga del Egipto
ó de las razas célticas y
godas.
Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde
aquellas costas.
La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y
una choza.
La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y
una fosa.
Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en
notas.
Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la
aurora.
NICOLÁS ESTÉVANEZ.